En este octavo libro dedicado a la familia Bridgerton el foco de atención está en el hermano menor, Gregory. A lo largo de la historia no hemos sabido mucho de él, sin embargo, lo poco que sabemos es suficiente para intuir cómo se irá desarrollando la historia.
Empezamos en el momento climático y de ahí vamos hacia el pasado, para conocer los hechos que nos llevaron a ese momento. Mientras leía, me parecía que tenía una idea de cómo se podría solucionar el conflicto, sin embargo, nada sucedió como me lo esperaba y eso me gustó.
A diferencia de los hermanos mayores, en el caso de Gregory, su misión en la vida no es tan clara: si bien no tiene los deberes ni obligaciones del título tampoco tiene los recursos que conlleva y eso le permite cierta libertad. A pesar de eso, su madre también hará lo posible por verlo felizmente casado.
En cuanto al interés amoroso del protagonista hay dos chicas que merecen su atención: la más atractiva para todos los solteros y su mejor amiga. Evidentemente sospechamos quién será el verdadero amor de su vida pero nunca me imaginé cuáles serían los obstáculos para que pudieran terminar juntos y eso me gustó: después de siete historias de amor, un poco de drama extra cayó bien.
También para romper un poco con lo que venía sucediendo con los anteriores libros, en este caso las escenas sexuales disminuyeron, siguen siendo explícitas pero en menor cantidad y eso también se agradece: se puede representar un "flechazo" sin necesidad del componente sexual.
Una historia sobre las apariencias y lo que espera la sociedad de las personas.
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