Se trata de la historia de un par de chicas que parece que lo único que tienen en común son sus raíces en República Dominicana: Camino vive en ese país con su tía, le encanta nadar y quiere estudiar medicina; Yahaira vive en Nueva York con sus padres, participa en competencias de ajedrez y descubrió un secreto de su padre.
La manera en la que está escrita la historia es en versos, la mayoría en forma libre, algunos con rimas y otras figuras poéticas como las métaforas, las anáforas y las repeticiones. Al principio me costó leer como una historia que continúa y no como poemas sueltos pero en cuanto entré al ritmo de la escritura, fue más sencillo y me gustó el resultado.
Cada una de las protagonistas tiene su propio encanto por separado y cuando las vemos juntas ese encanto se duplica: se ven a sí mismas y en la otra, y ese reflejo les permite aprender más de ellas mismas y de esa nueva relación que inician.
Ambas chicas me simpatizaron mucho, creo que se muestran dos realidades de ser una mujer joven en dos países diferentes, con ideales y sueños, cada uno con sus propios retos a vencer.
Tema aparte son los daddy issues que obviamente me conmovieron mucho más: la figura del padre para cada una de ellas tiene elementos diferentes. A Yahaira la apoyó para ser jugadora de ajedrez, las enseñanzas de ese tipo de juego de estrategia las puede aplicar en otros ámbitos de su vida. A Camino le dio la confianza de saber que podía ser médico y seguir estudiando, a pesar de que no sea lo más común en la ciudad donde vive.
Una historia sobre la identidad, tanto personal como de las raíces de cada quien; sobre la familia y cómo a veces nos sorprende negativamente.
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