En mi lista tentativa de lectura para The reading rush esta es la opción para la consigna "el primer libro de un autor". También lo voy a considerar para el Veranothon para la consigna "un libro que recuerde al verano", por el título y porque parte de la historia se desarrolla en esa época del año.
Lois Lowry es una autora estadounidense que nació en 1937 y que ha dedicado su carrera literaria a escribir para niños y jóvenes. Cuando yo era niña leí su novela ¿Quién cuenta las estrellas? y me gustó mucho. Hace unos años se adaptó al cine su novela The giver y me leí la trilogía completa. Ahora que estuve buscando libros para la consigna del primero de un autor, me fijé que sin darme cuenta en la pasada FIL 2018 había comprado su primera novela, publicada en 1977.
Se trata de la historia de la familia de Meg: su papá está escribiendo un libro pero no lo puede terminar por las constantes interrupciones de sus alumnos, así que deciden rentar una casa en el bosque a donde va toda la familia: su mamá y su hermana Molly, quien parece ser todo lo opuesto a ella: popular y segura de sí misma.
Meg deberá encontrar su propio espacio y eso hace cuando inicia su amistad con Will, el dueño de las tres casas juntas, quien vive solo y le gustan los autos y las plantas. Asimismo redescubre su gusto por la fotografía y hace amistad con los nuevos vecinos, una pareja que está esperando a un bebé.
Me gustó mucho cómo Meg va descubriendo lo que le da identidad, más allá de ser diferente de su hermana o sus padres. La relación con Will y con la fotografía: los experimentos que hacen para aprender juntos a regular el revelado y cómo esa actividad refleja cómo va creciendo ella misma.
En cuanto a los adultos, los papás hacen su mejor esfuerzo: la mamá por que las niñas tengan una vida tranquila a pesar del cambio a mitad del ciclo escolar; el papá trabajando para poder terminar por fin su libro. Will trata a Meg como una persona más, no como alguien a quien cuidar y eso le va dando más confianza a ella.
Una novela con final que no me esperaba, que me dejó con un sabor agridulce pero contenta de haber conocido a la familia Chalmers.
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