Desde el título y la portada de este libro me llamó la atención pero nunca me imaginé cómo sería la trama y mucho menos el desenlace.
Se trata de la historia de Masayo, contada en su presente de mujer mayor, acerca de su experiencia como maestra particular de Momoko (una niña pequeña), cuando tenía 20 años y empezaba su carrera como pintora.
El padre de Momoko, Goro Kawakubo, necesita una persona para que esté con su hija mientras él trabaja y que la ayude con sus tareas escolares, a cambio no solamente le paga un sueldo sino que también le da clases de pintura. La situación parece sumamente ventajosa para Masayo y además se encariña con la niña y con su gata, Lala. Todo marcha bien hasta que Goro empieza una relación amorosa y la vida cotidiana se tambalea.
Me gustó mucho la forma de narrar, con la introducción del presente y el epílogo. Me hubiera gustado saber más de las motivaciones de Goro pues con la revelación de la parte final, me quedaron muchas dudas. La relación entre Momoko y Lala es peculiar y el hilo que nos lleva a avanzar en el desarrollo de los acontecimientos.
Una historia sobre la familia y cómo se van formando a través de los años, de la aceptación del otro y de las decisiones que se toman en los momentos clave.
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