martes, 30 de marzo de 2021

El valle del asombro

De Amy Tan he escuchado mucho pero nunca había leído una novela suya. Compré este libro hace varios años pero debo confesar que por su extensión me intimidaba. Sin embargo, ahora que decidí participar en la dinámica de Marzo Asiático, supe que era la mejor oportunidad para hacerlo.

Se trata de la historia de una madre, su hija y su nieta, o de la hija, la madre y la nieta, según se vea en orden cronológico o cómo se desarrolla la narración del libro.

Primero conocemos a Violeta, una niña que ha crecido en una casa de cortesanas manejada por su madre, quien regresa a Estados Unidos, dejándola por error y cuya vida es una serie de situaciones agravadas por el hecho de ser mitad china y mitad estadounidense.

Al principio me costó mucho simpatizar con Violeta pues la conocemos como una niña mimada pero poco a poco debe cambiar para adaptarse a su nueva situación y sus acciones se fueron ganando no solamente mi simpatía sino también mi compasión. Lo mismo me pasó con su mamá, quien al principio me parecía una mujer interesada pero a quien luego descubrimos que debió sortear muchos peligros y lo hizo de la mejor manera que pudo. Finalmente la nieta, Flora, la conocemos poco y a través de los ojos de los demás, sin embargo, también se ganó mi simpatía cuando descubre la verdad de su pasado.

La forma de narrar, en la que se combina la trama principal con algunas de las historias de los personajes secundarios así como hechos históricos, creencias y leyendas propias de la época, convierte al libro en mucho más que la historia de esas tres generaciones de mujeres, también es un reflejo de esos años y cómo fueron vividos por una parte de la población.

Son muy importantes para cada una de estas mujeres sus amigas: se convierten en su principal apoyo en sus momentos de mayor desesperación y conforme pasan los años son la familia que nunca las deja. Paloma Dorada para la madre y Calabaza Mágica para la hija, serán quienes las guíen, las aconsejen y las ayuden dentro de sus posibilidades, mostrando cómo las mujeres que se apoyan siempre han existido.

En cuanto a los personajes masculinos, se dividen en dos: los que solamente buscan su propio beneficio, sin pensar en cómo afectan a los demás para conseguirlo; y los que no saben cómo actuar por sí mismos y siguen sin reflexionar las tradiciones de su familia. Mención especial merece Edward Darren, quien apoyó a Violeta cuanto pudo y cuyo afecto es el más sincero de todos los personajes masculinos de la novela.

Una historia sobre esa difícil relación entre madre e hija, agravada por vivir en un país extranjero y por las costumbres de ese lugar, que sin embargo tiene un final positivo.



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