lunes, 4 de mayo de 2020

Las yeguas desbocadas

Esta es la segunda parte de Las yeguas finas: volvemos con la familia Garay, esta vez Sofía ha crecido y ya tiene 15 años, empezará a ver cómo es la vida fuera del Colegio Francés.

Las cosas en la familia se empiezan a salir de control y llegarán a niveles que nunca me imaginé: Sofía no solamente es expulsada del colegio, sino que sus hermanas también empiezan a descontrolarse (de ahí el título, obviamente) y su mamá, quien ya de por sí vivía preocupada por ellas, ya no sabe qué hacer.

Su mamá es uno de los personajes que más cambiaron: no en lo exterior sino en lo interior: sigue preocupándose por el qué dirán pero sus estrategias para combatirlo se han tenido que ir adaptando.

Leer a Sofía más grande me causó sentimientos encontrados: por un lado, me gustó mucho volver con los personajes y sus agobios pero por el otro, el encanto de la infancia se perdió y la pubertad no tuvo cosas buenas.

En cuanto al tono de la narración, igual que antes, Sofía tiene un amplio mundo interior al que tenemos acceso gracias a que nos enteramos de todo lo que piensa. Ya no usa tantas canciones como antes pero sigue teniendo más fantasía que realidad en sus pensamientos.

El final me dejó con un sabor agridulce: Sofía está creciendo y sus preocupaciones empiezan a cambiar pero me hubiera gustado saber un poco más sobre esa última relación fallida.

Una historia sobre el México de los sesenta y sobre una familia que cada vez le queda menos dinero y menos "buen nombre".



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