viernes, 12 de junio de 2020

The Ballad of Songbirds and Snakes

Leí la trilogía de Los juegos del hambre hace mucho, antes de las películas. Luego las fui a ver al cine: el personaje de Katniss, con todo lo bueno y lo malo, me cae muy bien.

En esta novela anterior a los hechos de la trilogía, el protagonista es Coriolanus Snow en su juventud. No sé qué esperaba realmente de la historia: es un personaje que no puede simpatizarme pero tenía mucha curiosidad por saber cómo llegó a ser lo que fue. Un poco la historia de cómo Anakin se convirtió en Darth Vader.

Pero mis expectativas se vieron superadas: no solamente asistimos a su "conversión" sino que lo acompañamos en el proceso y somos testigos de cómo pudo haber tomado decisiones diferentes para no ser lo que es pero su verdadera esencia se impuso.

Coryo es un alumno ejemplar de la Academia en el Capitolio de Panem, está a punto de terminar el equivalente a la preparatoria para iniciar la universidad, tiene grandes planes pero pocos recursos para lograrlos: la fortuna de los Snow ya no es lo que era, es huérfano y vive solamente con su abuela casi senil y su prima, Tigris. A todo esto le sumamos que en la décima edición de Los juegos del hambre le corresponderá ser mentor de uno de los tributos.

No sé si me sorprendió más conocer al joven Snow o enterarme de cómo Los juegos del hambre se convirtieron en el espectáculo que vimos en la trilogía: las personas involucradas se dividían entre los que se sentían culpables de haber desarrollado la idea y los que se sentían tan orgullosos que no dudaron en involucrar a los chicos con sus nuevas aportaciones. La Doctora Gaul y el Dean Highbottom son esas dos caras de la moneda: cada uno tiene sus propias motivaciones y se convierten en ejecutores de órdenes tanto como en organizadores e incluso víctimas.

En cuanto a los tributos, a pesar de que no los conocemos tanto, se ganan un lugar en nuestro corazón de fan por el simple hecho de estar ahí sin poder evitarlo. Lo mismo sucede con los otros mentores, a pesar de que ellos sí tendrán una recompensa, son también parte de Los juegos del hambre: con voz pero sin voto.

Lucy Gray, la tributo del Distrito 12 encomendada a Coryo, es más de lo que los distritos están dispuestos a soportar pero menos de lo que el Capitolio podría tolerar en sus calles. Así, no es parte ni de unos ni del otro y debe saber mover bien sus piezas para salir lo más airosa posible de la Arena. Gracias a ella es que conocemos tanto lo mejor como lo peor de Snow, así como la revelación final de su verdadera personalidad.

En defensa de Snow podemos decir que nunca ocultó su verdadera esencia ni su egoísmo, que la oportunidad de redención desde el principio sabíamos que no la había tomado pero aún así, dudamos por un segundo, junto con él, acerca de sus acciones.

Por sí misma Lucy Gray es una chica llena de ilusiones y al mismo tiempo realista: aprende que Los juegos del hambre se ganan con estrategia más que con fuerza y usa las ventajas que tiene así como las que Snow le brinda. Su vida fuera de la Arena es el sueño de todo rebelde.

Creo que  mi personaje favorito fue Sejanus Flinth: un chico que llega del Distrito 2 al Capitolio gracias a los negocios que hizo su padre durante la guerra pero quien no se siente integrado a ninguna de las costumbres. En parte, es la voz de la razón, en lo que a Los juegos del hambre se refiere, sus actos siempre van en concordancia con sus pensamientos y eso le da problemas no solamente a él sino también a Snow.

El final me dejó sumamente satisfecha, aunque por un momento dudé cómo se iba a resolver el conflicto, ciertamente me gustó mucho el resultado.

¿Alguien que no haya leído la trilogía lo podría disfrutar? Supongo que sí pero creo que es mejor haber leído la historia de Katniss primero.



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