viernes, 26 de junio de 2020

Entre actos

Para mí leer a Virgina Woolf siempre ha sido una experiencia extraña: Las olas lo leí cuando era muy joven, Orlando también, La señora Dalloway ya en la adolescencia y apenas hace unos meses leí Flush.

En el caso de esta novela, al ser la última, recibió algunas correcciones no hechas por ella misma, según su esposo: "Aunque Virginia Woolf ya había dado por terminado el original de esta obra, a su muerte todavía no había sido sometido a la última revisión previa a su entrega a la imprenta. Aun así, considero que Virginia no habría hecho cambios grandes ni significativos, aunque probablemente sí muchas pero ligeras correcciones."

La anécdota, como en la mayoría de sus novelas, es el pretexto perfecto para presentar a los personajes: los Oliver, Bartholomew, Lucy, Giles, Isabella y dos niños; la señora Manresa, William Dodge. La narración nos lleva de las acciones a los pensamientos de los personajes, a sus reflexiones personales y así los vamos conociendo, a veces pareciera que mejor que ellos mismos.

Mi personaje favorita fue mi tocaya: sus reflexiones sobre su esposo y sobre el matrimonio me conmovieron: "Oh, si mi vida pudiera ahora llegar a su fin», murmuró Isa (teniendo buen cuidado de no mover los labios). Con presteza donaría Isa su voz con todos sus tesoros, si con ello pudiera dar fin a las lágrimas."

Una historia para leer con calma, para disfrutarse y dejarse llevar por los pensamientos de los personajes.

Considero esta lectura para el reto Voces femeninas de Babelio en la consigna: Novela publicada después de la muerte de la autora.


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