Se trata de la historia de Claire y su mamá quienes viven juntas con Peter, la mascota conejil. Debido a la profesión de médica de la mamá, sus horarios no siempre coinciden, por eso usan el sistema de las notas en el refrigerador para dejarse recados.
Al principio esos recados son sencillos: la lista de la compra, las labores del hogar y encargos varios. Pero conforme van pasando los meses, vamos conociendo más y más a las dos: el trabajo y los problemas de la mamá, los intereses, las amigas y los novios de Claire, hasta que llega el tema. A partir de ahí todo se vuelve más íntimo, más personal y más conmovedor de leer.
En apariencia la forma de narrar es sencilla pero me parece mucho más complicado sintetizar en mensajes tan cortos la personalidad y la relación entre la mamá y la hija y la autora lo logra muy bien: los arranques de la adolescente, los regaños, los ruegos, los favores y los enojos, todo queda plasmado en tan pocas palabras.
Cuando sucede el hecho que cambia toda la dinámica familiar el padre y la mejor amiga de la mamá toman más relevancia y serán un gran apoyo para Claire.
Los últimos mensajes me conmovieron tanto como si hubiera conocido a esos personajes a lo largo de toda su vida y no solamente los pocos meses que duran los recados.
Una historia de amor entre una madre y una hija que están en la constante búsqueda de la mejor manera para comunicarse.
Para el reto de lectura Voces femeninas que organiza Babelio este libro cumple con la consigna: el primer libro de una autora.
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