Como el título lo dice, el escenario principal es un restaurante que acaba de abrir enfrente de la casa de Isa, Rodrigo y su mamá. Debido a una lluvia inesperada y a un olvido, el par de niños llegan la primera vez a comer y a partir de ahí surgirá una relación que les enseñará a ver más allá de las apariencias.
Mi personaje favorito fue Pierre: su habilidad para cocinar pero sobre todo para "leer" en los ojos de los demás sus sentimientos; su amistad con los niños y el desenlace inesperado de la historia. Me encantó la manera en la que une los alimentos con las rimas, en las que se incluyen los ingredientes y el problema que desea resolver. Un ejemplo:
Nieve de zapote, chicozapote y tejocote
con rabito de guayaba,
por este año que se acaba y
tres gotas de cerveza,
por el que todavía no empieza.
Isa, la narradora, también me cayó bien: es una niña de 10 años que debe ser más madura porque debe cuidar a su hermanito Rodrigo mientras su mamá está trabajando. Su mejor amiga es Paula y a pesar de que tienen sus altos y bajos, la amistad es importante para las dos.
Muy recomendable para quienes buscan una lectura entretenida que deja con un calorcito en el corazón, como si hubiéramos comido en el restaurante de Pierre.
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