En esta historia acompañamos a Elena en un viaje físico y en otro mental: el primero para visitar a una mujer a quien no ve hace veinte años y de quien espera un apoyo; el segundo para saber qué pasó verdaderamente con su hija.
En ese primer viaje los efectos de la enfermedad de Parkinson no solamente son descritos desde las capacidades del cuerpo sino también desde la desesperación de la mente: cómo el ir perdiendo la autonomía corporal afecta los sentimientos y la autoestima.
En el segundo viaje tenemos el deseo de una madre por entender lo sucedido, por buscar claves en el pasado y recordar la relación con su hija en los meses más recientes: de qué manera la enfermedad las afecta a las dos y sobre todo a su forma de interactuar.
La forma de narrar cómo se vive la enfermedad, a pesar de estar en tercera persona, transmite la angustia de perder el control del propio cuerpo, de depender no solamente de los demás sino también de su comprensión y del funcionamiento de las sustancias químicas de las pastillas.
Esta novela está entre los seis finalistas del Premio Booker International que elige la mejor obra narrativa de lengua extranjera traducida al inglés: los resultados se sabrán el próximo el 26 de mayo.
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