Esta historia se trata de Lara y de Sara, dos mejores amigas quienes están insatisfechas con sus vidas y deciden intercambiarlas, sin saber que con ello agitarán no solamente sus propias costumbres sino también las de sus familias.
Las dos chicas están entrando en la pubertad, esa etapa de la vida que tantos dolores de cabeza provoca a propios y extraños, por si eso fuera poco, la familia de Sara es mitad humano y mitad monstruo: yetis, vampiros, fantasmas y demás seres son comunes en el castillo donde habitan pero eso no es lo más relevante sino la forma en la que son vistos tanto por ellos mismos como por quienes los rodean.
La forma de narrar no solamente es amena sino que establece un diálogo con los lectores, además se incluyen fragmentos de los diarios de ambas protagonistas, cada una desde su propia personalidad cuenta los hechos y así las podemos conocer mejor.
El personaje que más me sorprendió fue Tonatiuh pues no solamente tiene una revelación personal muy importante sino que presenta cómo cada uno de los integrantes de una familia son igual de necesarios para su desarrollo.
Me gustó mucho cómo poco a poco se van reconciliando las diferencias entre las familias, se empiezan a valorar aspectos que antes ni siquiera se notaban y se forma un equipo dispuesto a protegerse entre sí.
Las ilustraciones de Carlos Vélez son muy bonitas, ideales para complementarla historia con detalles de los personajes y los lugares que habitan.
Una historia sobre la amistad y la familia, sobre aceptarse a uno mismo y a los demás.
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