El libro de los portales

Laura Gallego y sus Memorias de Idhún me acompañaron en el inicio de este ciclo escolar y me permitieron continuar con la lectura incluso en esa época tan extraña. Debido a eso, ahora me acerco desde otra perspectiva a su obra.

Esta historia no tiene un solo protagonista sino que conocemos a varios personajes que luego se unirán en torno a un problema de su mundo. Por un lado está Tash quien trabaja en un mina de donde se extrae el mineral para pintar los portales a través de los cuales se transportan entre las comunidades de Darusia. Por otro lado está Tabit, un estudiante de la academia para convertirse en pintor de portales, de su pasado casi nadie sabe nada. Finalmente está Yunek, un campesino humilde que ha ahorrado durante muchos años para solicitar un portal en su casa, con el objetivo de que su hermana pueda estudiar ya que viven en una granja alejada de cualquier poblado.

El misterio que deberán resolver ellos y sus aliados es el por qué empiezan a robarse la pintura de los portales ya trazados. Conforme avanza la trama tanto ellos como nosotros nos vamos enterando de que ese detalle es solamente un pieza en una situación que va más allá de sus propias historias y de su tiempo.

Me gustó cómo se unen los personajes y cómo, a pesar de que no tienen mucho en común, son capaces de trabajar en equipo y lograr resolver el misterio. Incluso entre los personajes que parecen caerse mal logran formarse alianzas.

Mi personaje favorito es Caliandra, una de las estudiantes de la Academia de pintores de portales, pues no solamente es intrépida sino también inteligente, aunque algunas de sus acciones sean impulsivas sabe reconocer cuando es necesario ser prudente. 

Me gustó cómo se trata la situación de Tash pues logra ser fiel a sus propios deseos y encontrar un lugar para sí en el mundo, hecho que al principio de la historia pareciera imposible.

En cuanto a las relaciones amorosas entre los personajes, la autora supo encontrar un equilibrio entre ese aspecto de la historia y los demás.