Laura Gallego y sus Memorias de Idhún me acompañaron en el inicio de este ciclo escolar y me permitieron continuar con la lectura incluso en esa época tan extraña. Debido a eso, ahora me acerco con más expectativas a su obra.
En este libro conocemos a Viana, hija del duque de Rocagrís, quien tiene todo en la vida: está prometida con Robian de Castelmar de quien ha estado enamorada desde que era niña, tiene una mejor amiga en Belicia y, a pesar de haber perdido a su madre, su padre la quiere y la protege. Todo parece marchar bien hasta que en durante los festejos del solsticio de invierno, cuando todos están reunidos en la corte del rey de Nortia, llega un aviso de un inminente conflicto con los bárbaros. Sin embargo nadie se espera las horribles consecuencias de esa invasión.
La evolución que tiene Viana a lo largo de la historia va más allá de dejar sus costumbres de doncella, también es un cambio en su conciencia acerca de sus privilegios, de su vida y las decisiones que puede tomar por ella misma. Me gusta mucho como poco a poco va notando esas posibilidades y ya no se conforma con lo que la sociedad espera de ella, sino que empieza a seguir sus propios instintos.
Mi personaje favorito es Lobo quien toma bajo su protección a Viana y le enseña todo para poder sobrevivir fuera de su burbuja del castillo. Un toque que me simpatizo y luego me conmovió fueron las explicaciones que da a lo largo de la trama acerca de la pérdida de su oreja, la revelación final le da otra perspectiva a la relación que tiene con Viana.
Acerca de Uri y los misterios que lo rodean, me gustó mucho cómo vamos descubriendo junto con Viana las pistas acerca de él, encontrando detalles que tal vez de forma separada no tienen mucho sentido pero al lado de los sucesos van tomando significado.
El desenlace me gustó mucho no solamente por la forma en la que se resolvió el conflicto sino también por esos saltos al futuro para darle una conclusión definitiva.
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