Lisa See es una escritora y periodista de origen chino que vive en Estados Unidos y cuya obra de ficción ha recibido varios premios.
En esta novela conocemos a Kim Young-sook y Han Mi-ja y las acompañamos desde su infancia hasta su vejez. Con ellas vivimos años importantes en la historia de Corea y a través de sus ojos atestiguamos injusticias y crímenes, así como el amor de su familia y los lazos que unen a las buceadoras hanenyeo.
En la narración se combina un día en el presente de Kim Young-sook con los recuerdos de la vida de ambas desde que se conocen de niñas en 1938 hasta el presente de 2008. En esos 70 años su país cambia mucho pero sus costumbres de hanenyeo se mantienen y eso les da estabilidad dentro de ese caos.
La relación de amistad que hay entre las dos tiene sus altibajos: representa con gran fidelidad cómo suelen ser las amigas entre sí, me encantó esa parte de complicidad y amor aunque también tiene sus dosis de celos y de incomprensión. Las últimas páginas son las más emotivas pues se hace un recuento de esas vidas y se tiene una esperanza para el futuro.
Debo confesar que no sabía nada de la situación en Corea durante esos años y cuando la narración llegó a la parte de la guerra y cómo Rusia y Estados Unidos se involucraron me pareció que casi nada ha cambiado con la situación actual. Las partes donde se narran los horrores que vivieron en su pueblo causan miedo por lo parecidas a lo que puede seguir sucediendo.
En cuanto al tipo de sociedad en la que se desarrolla la historia, es una mezcla extraña: las mujeres buceadoras son las que salen a trabajar ya sea en el mar o en el campo mientras que los esposos cuidan a los hijos, pero no cocinan ni hacen las labores de limpieza, además las propiedades son de los varones y son ellos quienes hacen lo rituales para los ancestros.
Una historia sobre la amistad y todo lo que implica conservarla a lo largo de toda la vida.
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