En esta novela vamos de un presente en el que la autora está recordando su juventud, a esa juventud en la cual la protagonista está llegando a vivir a Nueva York y luego a la novela que la joven está escribiendo. Esas tres realidades se van desplegando y poco a poco se irán uniendo para llegar a un desenlace más tranquilo de lo que esperaba.
La joven autora se dedica además de a escribir, a espiar a su vecina: primero sin intención pues es tan alto su ruido que no puede evitar escucharla pero luego con interés, hasta que debido a un feo giro de la historia, se hacen amigas. Y ahí es cuando la historia se pone más interesante para mí: la vecina tiene junto con algunas amigas un aquelarre, al cual invitan a la joven. A partir de este hecho ella tendrá cambios en su vida inesperados.
Me gusta el estilo de la autora, si bien a ratos puede llegar a ser cansado ir de un tiempo de la narración al otro, todo va tomando sentido conforme lo leemos.
Mi personaje favorito fue Lucy, la vecina que tiene mucho más cosas que contar de las que en un principio uno pudiera esperar: con una vida llena de desgracias, lentamente ha ido tomando el control de ella.
En una de las primeras reflexiones que hace la autora ya mayor está una acerca de las cualidades del tiempo, que pueden ser tales que le permitieran a su yo mayor platicar con su yo más joven
Una historia que se lee de manera pausada, que invita a la reflexión y a conocer mejor a quienes nos rodean.
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