Con esta novela termina la trilogía Baztán de Dolores Redondo, la cual me leí una tras de otra, luego de haber disfrutado con La cara norte del corazón.
Aparentemente las historias de cada novela anterior eran autoconclusivas, pero al llegar a esta tercera parte nos damos cuenta de que están unidas más de lo que aparentan.
La inspectora Salazar debe investigar la muerte de un bebé, la cual a simple vista fue un accidente, la llamada "muerte de cuna". Sin embargo hay indicios de que no fue así y la investigación de esta muerte la llevará a la de otros tantos bebés en circunstancias similares, las cuales a su vez forman parte de un entramado no solamente más amplio en el espacio sino también en el tiempo.
Me gustó cómo se unieron las revelaciones de los misterios para formar una sola gran historia, cómo Amaia se va envolviendo en la investigación y al mismo tiempo en su historia personal, cómo su búsqueda la lleva también a hacer las paces con su pasado.
En esta historia nos volvemos a encontrar con Rosario, la madre Amaia, y sabemos más de su pasado, de las decisiones que tomó y cómo afectaron a toda su familia. El desenlace que tiene me pareció justo aunque me hubiera gustado que Amaia tuviera un cierre más personal con ella.
En cuanto al resto de la familia, las hermanas nos sorprenden por los cambios que experimentaron no solamente en lo aparente sino en la relación que habían establecido entre ellas a lo largo de los años. La tía Engrasi sigue cumpliendo con un papel fundamental en la vida de las hermanas y me siguen debiendo saber más de su pasado.
Un buen final para una historia llena de misterio, de secretos y de angustia, pero con final que me convenció.
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