Caitlin está devastada después del suicidio de su mejor amiga, Ingrid. La acompañamos en el proceso de volver a tener una vida común, con una rutina de asistir a la escuela, hacer tareas y encontrar nuevas amistades. Al mismo tiempo, leemos algunas de las páginas del diario de Ingrid, como un intento de entender sus acciones, lo cual creo que sí se logra al final.
La protagonista a ratos me desesperaba pero comprendí que el proceso por el que estaba pasando y que la autora nos estaba mostrando no podía ser apresurado si quería ser verdaderamente representativo.
Dylan, una nueva alumna de la escuela, se convertirá en un apoyo para Caitlin, pues sin conocer a Ingrid, llega a ser una de las personas que no las asocia y por lo tanto es capaz de ayudarla a reconstruirse a sí misma.
En cuanto a los adultos, tenemos por un lado a su familia y por el otro a una profesora en particular, la que imparte la materia de fotografía. En un primer momento parece estarla ignorando pero luego resulta ser también de gran ayuda para su recuperación.
Una historia sobre el duelo de perder a una amiga, sobre el tratar de comprender las acciones de los demás y sobre volver a crear la personalidad propia.
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