Por fin en esta cuarta novela se terminan las crónicas lunares. Si bien disfruté de la historia de Cinder, me sigue pareciendo que se pudo haber contado en muchas menos páginas.
En este cuarto volumen nos centramos en Winter, la hijastra de Levana, la malvada reina de Luna. Y en esta ocasión las similitudes con el cuento clásico son muchas más: la envidia por su belleza y por el carisma que tiene para ganarse a la gente, aún sin usar su hechizo lunar; la manda asesinar pero se compadecen de ella y solamente fingen su muerte; la reina malvada se disfraza para ir por su propia mano a envenenarla; debe pasar tiempo en suspensión mientras encuentran el antídoto para curarla.
Ahora que he terminado con la historia, me siento capaz de dar una impresión general completa: la manera que tiene la autora para recrear las narraciones me gustó mucho: situarlas en un futuro con naves espaciales, gente viviendo en la Luna, ciborgs y androides conviviendo con seres humanos, modificaciones genéticas de hombres y lobos, me gustó. Y a pesar del montón de páginas que tiene en conjunto la saga, me hicieron falta explicaciones de cómo el ser humano llegó a ese punto. Me parece que se gastaron muchas páginas en describir sentimientos y muy pocas en describir ese mundo, pero me doy cuenta de que es una historia de amor, no de evolución de la raza humana.
En cuanto a los personajes:
Cinder es una mezcla extraña de dama en peligro con mujer independiente. Hay muchas actitudes que se pueden justificar con el tema de su edad (16 años) pero al mismo tiempo la autora la pone en predicamentos fuera de proporción. Me hubiera gustado que fuera un poco mayor para que no pretendiera ser tan ingenua a ratos. Me gustó cómo evoluciona sin dejar de ser lo que en un principio era su esencia pero me hizo falta un cierre más contundente de su historia de amor con Kai.
Scarlet aparece y desaparece de la historia a placer de la autora. A veces parece una pieza clave y a veces parece estar de relleno. Me gustó mucho al principio por su preocupación por su abuela pero luego que desaparece de la historia y reaparece y vuelve a desaparecer fue perdiendo su encanto. Me gustó su relación con Wolf aunque era muy tormentosa y me gustó cómo terminó.
Cress es la que más desesperó desde que la conocimos en el libro titulado con su nombre pero creo que es la que más me simpatizó al final: nunca dejó de sorprenderse de todo lo que la rodeaba como tampoco dejó de ser eficiente en su uso de la tecnología. Además siempre fue abierta con el modo en el que veía a Thorne pero a él no acabé de creerle su afecto por ella: me pareció muy forzado que acabaran juntos.
Winter es un personaje que a pesar de que cumple a cabalidad con el estereotipo de la princesa de cuento de hadas, no me acabó de convencer.
Iko es que siempre fue sencilla y transparente: le gustan los vestidos, verse bonita, está enamorada del emperador, se preocupa por Cinder y es capaz de hacer lo que sea por ella, incluso renunciar a su cuerpo y convertirse en la nave. Creo que es la que mejor me cae de todas.
En cuanto a los personajes masculinos si bien se nota el esfuerzo de la autora por darle variedad, creo que igual cayó en los estereotipos planos: Kai, el emperador joven e inexperto pero con buenos sentimientos; Thorne, el cazarrecompensas que se vuelve legal por amor; Wolf, modificado genéticamente pero que por amor supera todo; Jain, el eterno enamorado, capaz de hacerlo todo por su amada.
Confieso que terminé de leer la saga nada más por querer saber qué iba a pasar con Cinder, si Kai la iba a aceptar como ciborg, como lunar, como princesa y eso me llevó a conocer y simpatizar con algunos de los otros personajes. Pero repito, unas páginas menos se hubieran agradecido.
Una serie de libros recomendables como lectura ligera para quienes quieran una historia de amor que se va ramificando.
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