viernes, 5 de febrero de 2010

Recapitulemos

Ya que teníamos la casa, los siguientes pendientes eran las cosas de adentro de la casa y el matrimonio civil. Para lo primero ya teníamos más o menos ubicado qué y en dónde. Para lo segundo, ingenuamente creíamos que ya estaba más o menos todo resuelto. Recordemos que cuando mi novio fue a inscribirnos al curso del DIF le dijeron que no tenía fecha de caducidad, Oh sorpresa, antes de que terminara el evento y justo antes de recibir nuestra constancia, como si de graduación de kínder se tratara, nos dice muy alegre el psicólogo encargado: “Acuérdense que tiene vigencia de seis meses”. Pánico y terror. Mi novio y yo nos volteamos a ver con una sonrisa de nervios. Ni modo, ya habíamos estado toda la mañana ahí, ya veríamos después qué hacíamos. Luego estaba el asunto de la cartilla de la mujer. Era como un fantasma que se nos aparecía a veces, recordándonos que no estábamos seguros de si existía o no. Y como tal, lo ignorábamos, no importa que hiciera ruidos extraños por las noches o que se nos diera pequeños sustos de vez en cuando, decidimos concentrarnos en los otros requisitos, específicamente: los análisis clínicos.

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