sábado, 20 de febrero de 2010

Los testigos (otra vez)

Saliendo del registro civil nos dirigimos cada uno a nuestros trabajos, ya muy tarde. En el camino (que se hace eterno porque tuve que cruzar el centro), como no me acuerdo del horario de sus clase, le mando mensajito a mi testigo, avisándole del cambio de día. Me contesta que va a buscar a alguien que la sustituya en sus clases. Pánico y terror. Mientras me agobio porque me diga que no, como lechuga y el resto de los pasajeros me ve raro. A lo largo de la tarde, me contesta que sí, que no hay problema, ya encontró quién la sustituyera y ya le avisó a la jefa. Alegría y felicidad.

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