En esta novela se centra en las experiencias de una chica patinadora en hielo, con posibilidades de participar en los Juegos Olímpicos pero que tiene una experiencia que no es capaz de afrontar sola. A partir de un accidente debe dejar de entrenar y, como consecuencia, encontrar se a sí misma fuera de la pista de hielo, así como descubrir la mejor manera de enfrentar lo que le pasó.
La autora logra plasmar la angustia de la protagonista de tal manera que los lectores empatizamos con ella desde el primer capítulo y estamos deseando que todo se resuelva positivamente. En el último tercio de la narración, cuando parece que todo terminará en desgracia, se logra plasmar ese tono esperanzador.
Lo que más me gustó fue la manera en la que evolucionan las amistades de Carmen, no solamente en relación a ella sino con sus propios problemas: se apoyan entre sí cuando parece que nadie más lo hará y se convierten en el punto necesario para no perderse a sí mismos.
Considero que temas como el que trata esta historia son importantes para que los adultos podamos acercarnos a los jóvenes y ellos a su vez encuentren una manera de verse reflejados y les sirva como camino para enfrentarse a sus propios miedos.
Una historia difícil de leer pero necesaria para tratar temas difíciles con mayor naturalidad.
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