El edificio Santa Rita es uno más de los personajes pues a lo largo de su existencia ha cumplido con diferentes propósitos y en el momento en el que inicia la narración está en peligro su forma actual: una vivienda para una comunidad que se ayuda entre sí no solamente en lo práctico sino también lo emocional, lo que la convierte en un sitio especial para todos. Al verse amenazada esta forma de vida, todos serán sospechosos del crimen principal y, tal como sucede en Fuenteovejuna, la comunidad responderá como un solo ente.
La propietaria de Santa Rita y quien lleva el hilo de los hechos es Sophia, una escritora que ha cultivado dos géneros y dos personajes para cada uno: la que se dedica a la novela negra y quien se dedica a la novela rosa. Gracias a esta habilidad podrá encontrar soluciones para los problemas que se van presentando, así como mostrarse según le convenga para la situación.
Greta es sobrina de Sophia, la recién llegada a Santa Rita y a través de ella iremos conociendo las dinámicas entre los habitantes del lugar y la toma de decisiones que tendrá que hacer, su pasado y el de su familia. Candy es la asistente y amiga de Sophia quien la ha acompañado a lo largo de los años y por eso conoce sus secretos y anhelos.
Al inicio se describe el lugar y algunos detalles y conforme avanza la narración el ritmo toma velocidad y cerca de la mitad ya no se quiere dejar de leer para saber más de los misterios y de los personajes, de las intrigas y del pasado. Algunos pasajes nos llevan a un momento en la década de los ochenta cuando sucedieron hechos relacionados con el presente, esto nos permite tener una imagen completa de quién es Sophia y cómo ha llegado hasta donde está.
Mi personaje favorito es la inspectora Galindo quien llega en su papel oficial y poco a poco (como los lectores) se va enamorando de Santa Rita, de sus habitantes y de su forma de estar en comunidad.
Una historia sobre un lugar de reunión que convierte a sus habitantes en mucho más que una familia.
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