Patricia Highsmith es una de las autoras que más disfruto leer: las novelas protagonizadas por Tom Ripley, un personaje encantador capaz de cualquier cosa por lograr y mantener su comodidad, son mis preferidas.
En esta novela tenemos al matrimonio formado por Víctor Van Allen y Melinda quienes tienen una hija, Trixie. En apariencia su vida es perfecta pero no es así: Melinda no está satisfecha con su vida y no pierde oportunidad para conocer nuevas personas; a Víctor parece no importarle, hasta que sí lo molesta y eso desencadenará el conflicto principal de la trama.
Al igual que en otras novelas de la autora, en este caso sabemos no solamente las acciones del protagonista sino que lo acompañamos en el recorrido que da para tomar las decisiones que debe tomar, aunque no siempre sean las más acertadas. De esa manera, es mucho más fácil empatizar con él que con su esposa, y hasta cierto punto comprenderlo.
Melinda es un personaje que, al ser visto solamente desde la perspectiva de su marido, no tiene suficiente desarrollo ni explicación de sus motivaciones, solamente nos quedamos con las mismas dudas que el protagonista.
Los vecinos de la pareja son muy relevantes no solamente para el desarrollo de la trama sino porque son quienes nos ayudan a ver más allá de lo que sucede desde la perspectiva de Víctor.
Ahora, en cuanto a la película: la principal diferencia es el desenlace y eso cambia por completo el sentimiento que deja al terminar de verla. Es una buena adaptación del ambiente y de la sociedad pero ese detalle es esencial.
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