Le había echado el ojo a esta novela desde hacer un par de FIL pero otras lecturas me ganaban el presupuesto. Lo adquirí este año y me lo llevé a mi cita en el IMSS con la idea de que me ayudara a pasar los tiempos de espera y funcionó tan bien que al llegar a mi casa seguí leyendo con mucho entusiasmo.
Gumaro es un puberto que parece no tener remedio: reprobó un montón de materias y parece que nada le importa ni le interesa (me recordó a tantos de mis alumnos que por un momento pensé que eso me iba a impedir disfrutar la historia, pero no, me gustó ver su vida, si acaso para hacerme una idea de cómo son los que yo conozco) y cuando es llevado a la oficina del Dire por enésima ocasión en el ciclo escolar, le dejan una investigación de un tema que él decida. Como su mente es todo menos organizada, dice una de las primeras cosas que se le ocurren para salir del paso. El Dire acepta con la condición de que trabaje con Cordelia, una de sus compañeras del salón.
Obviamente la investigación no tiene ni pies ni cabeza pero entre la prueba y el error para demostrar su punto Gumaro descubrirá secretos de varias personas a su alrededor, lo cual lo lleva a madurar y a pensar un poco más en lo que sucede sin que se dé cuenta por estar en su mundo y nada más.
Los adultos en la historia son personajes secundarios fuertes no sólo por su participación en la trama sino por su carácter: el profesor que deja de ser una figura nebulosa para convertirse en un ser humano de carne, hueso y sueños; el abuelo serio que sorprende por su generosidad; la madre preocupona que trata de dejar crecer a su hijo; el padre con su sorpresa a medio libro que permite abrir el panorama.
Los otros pubertos de la historia son ayuda, aliciente ya veces estorbo para Gumaro: el mejor amigo que está para apoyarlo, el interés amoroso que los distrae (aún más) y la acompañante en la investigación. Cordelia es una puberta que esconde un dolor que se ve a simple vista aunque sus motivos no sean tan obvios: me encantó cómo evoluciona la relación entre los dos, de no soportarse, a preocuparse el uno por la otra.
Una gran lectura que quisiera que los pubertos pudieran leer porque toca muy sutilmente el tema del acoso escolar, tal como lo estaba buscando: los deja que sean los propios lectores los que vayan sacando sus conclusiones para al final ayudarlos a ver claramente de qué se trataba todo el asunto.
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