martes, 26 de febrero de 2013
Una vacante imprevista
La curiosidad fue lo que me llevó leer esta novela y no me defraudó. Al principio no podía sacarme de la cabeza el estilo de escritura en Harry Potter, pero mientras más conocía a los personajes, más reales me parecían y menos hacía comparaciones.
Una historia larga en páginas y en sucesos, corta en el tiempo, triste aunque con trazas de esperanza, con personajes tan bien hechos que se llegan a odiar y a querer, que te despiertan ganas de ayudarlos o de abofetearlos.
Hay dos grupos en todos los ámbitos de la historia: los que apoyan a los Prados y los que los odian, los adultos y los pubertos, los engañados y los engañadores, los ricos y los pobres, los que tienen esperanzas y los que ya las perdieron por completo.
A pesar de que hay una clara división entre "los buenos", encabezados por Barry, y "los malos" encabezados por Howard, todos los personajes tienen sus claros y sus oscuros. Uno de los personajes que más me gustó fue Kay: mamá de una puberta, asistente social, con ganas de tener un marido para sentirse protegida. Muy buena en su profesión, un desastre en su vida personal, su relación con su hija va por los suelos y la que tiene con el novio al que siguió al pueblito, peor todavía. Lo mejor es que vemos cómo se va transformando y parece que tendrá un mejor futuro.
La historia atrapa no por las ganas de saber quién ocupará la famosa vacante sino por todos los hilos que se mueven alrededor, las pasiones que desata y el final que de verdad no me esperaba.
Bien contada, buenos personajes, mejor si se lee como a cualquier otro texto, tratando de sacar toda referencia mágica.
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