Hasta el último momento me decidí a cuál clase entrar: elegí pilates porque sentía la espalda de chicharrón después del bazar y creí que así me iba a sentir mejor y sí sucedió. Usamos la pelota grande toda la clase, pude hacer lagartijas apoyada en ella pero de plano el equilibrio no se me da. Un poco frustrante ese asunto del balance, pero igual me divertí.
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