Volver al gimnasio con la sorpresa de que otra vez cambiaron los instructores: ahora en lugar de pilates, yoga para el lunes. Me quedé a la clase porque no llevaba tenis sino botas de lluvia y la podía hacer en calcetines. Un poco lenta, mi equilibrio es patético y casi no sudé, pero por lo menos no hubo nada de cháchara de ver a tu interior ni nada de eso.
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