Un niño desea convertirse en pirata para parecerse a su papá y en el camino se da cuenta de que su mamá ya es como un pirata.
Contada desde el punto de vista del niño, la historia nos presenta cómo reacciona ante esa petición infame por la que todos hemos pasado: hablar de la profesión de los progenitores o de plano tener que llevarlos a que ellos lo expliquen. Los que crecimos sin uno de ellos sabemos el horror de enfrentarnos a un grupo y explicar la ausencia. Este niño llena los huecos con las cartas de su papá pirata.
La narración se va deslizando hacia el desenlace con algunos tropiezos pero al final se entienden.
Las ilustraciones me gustaron mucho aunque el estilo para las cartas me cansó un poco.
Una historia que seguramente disfrutarán los pequeños lectores.
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