Segunda clase con la instructora nueva: me sigue gustando su estilo. Se ve que disfruta de la clase, hace bromas, se deja llevar por la música y lo mejor: se ve a gusto en su cuerpo de caderas anchas. Es una aspiración para mí dejar de querer ser delgada delgada y aceptar (en serio aceptar) mis caderas como parte de mí: ni en mi adolescencia fueron estrechas, ahora menos que menos. Muy disfrutable la clase.
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