En esta novela conocemos a Stacey, una niña que es hija única y le tiene miedo a todo: los perros, la oscuridad, los ruidos extraños, estar sola en casa. Un día se entera de la existencia de los ángeles de la guarda y quiere uno para poder enfrentar sus miedos, pero las personas a las que consulta le dicen que si no es religiosa, no puede tener uno. Afortunadamente en el ático del edificio donde vive hay un fantasma, el cual se volverá su propio guardián.
Es la segunda novela de fantasía que leo de esta autora y me sigue sorprendiendo no solamente su estilo sino la actualidad que tienen los temas que trata: los miedos y cómo enfrentarlos, las injusticias de la vida escolar, los entresijos de las amistades entre niñas. Cada uno de estos conflictos son tratados de forma sencilla y natural, sin tratar de adoctrinar a los lectores, simplemente se presentan los hechos de la narración y uno mismo va tomando lo que más necesita en el momento.
Mi personaje favorito es Rosa, la fantasma, no solamente por su calidad sobrenatural sino por su personalidad: se preocupa por ayudar a Stacey pero no solamente a ella, busca que se haga justicia y trata de ser justa ella misma.
Una historia acerca de la amistad y de la necesidad de pedir ayuda y aceptarla.
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