Mis partes favoritas fueron los capítulos donde explicaba el origen de algunas palabras usadas cotidianamente: arroba, avatar, chatear, entre otras.
Me gustó que no se erigió nunca en juez sino en una parte del fenómeno del uso de las redes sociales desde un punto de vista más adulto pero no por eso menos factible de caer en los mismos vicios que los pubertos.
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