Tuve que hacer acopio de toda mi fuerza de voluntad para salir de mi casa e ir hacia el gimnasio. Pretexto tenía muchos: que si me mojé de regreso del trabajo, que si andaba adolorida de la clase de ayer, que si mi marido iba a estar en la casa. Pero finalmente me decidí, salí y me la pasé bien, aunque eso del baile sigue siendo un misterio para mí.
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