Esta autora es de mis favoritas y este es el segundo volumen de una serie que empezó el año pasado con "Inés y la alegría".
Cuando supe que el protagonista iba a ser un niño, hijo de un guardia civil, me temí mucha violencia vista a través de él y por eso, más cruel que cualquier otra. Sin embargo, sabe manejar muy bien el lenguaje y las formas de presentarla: ni la exhibe ni la oculta, realmente la vemos con los ojos del niño, con las explicaciones que le da su hermana mayor, con las que él mismo deduce y finalmente, las que los adultos le dicen cuando ya es inevitable.
Nino es ese hijo de guardia civil quien al ser más bajito que el resto de los niños de su edad, toma unas clases de mecanografía que le van a cambiar la vida.
Pepe el portugués es quien guía a Nino en el descubrimiento y la aceptación no sólo de su presente sino de su pasado, lo que le permite ser quien quiere ser verdaderamente.
Antonino, el papá, el guardia civil que debe obedecer órdenes, es quien le abre ese mundo de posibilidades a Nino.
Contrario a la mayoría de sus libros, en éste los tres protagonistas principales son hombres pero eso en lugar de hacerla una novela fuera de su estilo, la convierte en la excepción que confirma la regla.
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