lunes, 12 de marzo de 2012

Un mes

Hoy se cumple un mes de la cirugía de emergencia de mi amado esposo y todo va marchando bien. Para los que, como yo, nunca han tenido la necesidad de pasar una noche en el hospital con un enfermo, aquí van los consejos útiles que, de haberlos sabido, me hubieran ahorrado agobios.

1. Para pasar la noche hay que armarse de paciencia, mucha paciencia.
Aunque parezca obvio, es lo primero que hay que tener en cuenta, presente y practicarlo. Nos tocó una sala tranquila la primera noche que dejó de serlo en la segunda noche. La primera mi principal agobio fue el pariente del vecino de enfrente que estuvo más de una hora en el celular platicando a voz en cuello con quién sabe quién. Molesto. Pero nada comparado con la segunda noche, las parientes del vecino de enfrente y a la derecha, le dejaron la luz prendida toda la noche, ellas muy campantes se fueron a otra sala y ahí nos dejaron con a luz molesta.

2. Las cosas que hay que llevar para ti y para el enfermo.
También, parece simple, pero no lo es:
Almohada y cobija para los dos. Mi marido tuvo la ventaja de que le dieron dos cobijas, pero hay a quienes no les dan ni una.
Papel higiénico, muy apreciado, el que ponen en el baño común no dura ni un suspiro.
Agua para beber o un recipiente para tomar de la que llevan.
Libros, revistas, periódicos, cualquier material de lectura o diversión que haga llevaderas las horas.
Cargador para el teléfono celular.

3. Cuando pienses que lo van a dar de alta, lleva la ropa necesaria.
En mi caso, tuve que dar dos vueltas a mi casa (que no estaba cerca) por no prevenirme y llevar la ropa desde la noche anterior.

4. El famoso pase de visita.
Como a mi marido lo pasaron a piso en domingo, el sistema funcionó diferente y el pase de ese día era un simple post-it. El "oficial" nos lo dieron el lunes cuando llegó mi suegra de visita. El consejo aquí es fingir demencia y usar las escaleras, porque el elevador suele estar más vigilado. Comprendo que el pase sea para una sola persona, pero nadie, absolutamente nadie, tenía una sola visita.

5. Duerme.
Sí, aunque suene lógico, hay gente que no duerme y así no funciona al día siguiente. En mi caso, tuve la suerte de que la primera noche hubiera una colchoneta abandonada en una esquina de la sala, así que alrededor de la 1 de la mañana fui y me dormí unas horas. La segunda noche estuvo mejor, la cama de al lado se había desocupado, así que ahí me dormí unas horas, lo mejor fue que había otra cama vacía para el paciente que llegó a la medianoche, así que no me tuvieron que mover.

6. Identifica a tu enfermero.
Saber quién es la persona responsable de ponerle los medicamentos a tu enfermo es esencial si eres novata como yo o si no tienes ni idea de cómo funciona el suero, como yo. Yo entré en pánico porque le sangraba a ratos cerca de la mano, pero fue normal.

7. Pregunta.
Aunque te vean raro o te hablen con condescendencia, pregunta todo lo que se te ocurra, cuando se te ocurra. Más vale que seas demasiado precavida o te veas paranoica a que vaya a pasar algo grave. Pregunta si es normal la forma en que gotea el suero, si le están dando la comida que le recomendó el doctor, si se puede levantar, todo, pregunta todo.

Realmente espero no volver a pasar por esta experiencia, pero en dado caso que así sea, ahora estoy más preparada para enfrentarla.

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