lunes, 11 de enero de 2016

Matar a un ruiseñor



Me acerqué a este libro sin saber de qué se trataba, simplemente sabía que es un clásico y que se acaba de publicar un especie de continuación después de un montón de años.

Lo empecé a leer una tarde que se fue la luz y con su compañía me pareció que el tiempo avanzaba más rápido hacia la hora de ir a dormir. Después me tomó otro par de días terminarlo y me gustó. Llegó un punto, luego del juicio en que no quería dejar de leerlo.

Jean Luise "Scout" Finch es la protagonista de una historia en el estado de Alabama, cuando los negros ya no son esclavos pero tampoco son considerados miembros honorables de la sociedad. Su padre Atticus es abogado y uno de sus casos más sonados (y que tendrá más repercusión en la historia) es defender a Tom un negro acusado de aprovecharse de una blanca. Jeremy "Jem" Finch es el hermano mayor de Scout y su compañero de aventuras, al igual que Dill el vecino que le promete que se casará con ella en cuanto puedan. Calpurnia es la nana/cocinera/ama de llaves que ayuda a Atticus a criar a los niños luego de la muerte de su esposa, sin embargo cuando Jem empieza a crecer, la tía Alexandra llegará para ayudar en su educación.

Es una historia de descubrimiento, realista y tierna a la vez, donde conocemos cómo se ve el mundo desde una sociedad conservadora y cómo un hombre quiere ser congruente con sus acciones y sus creencias para vivir bien y dar un buen ejemplo a sus hijos.

En la parte del juicio me emocioné y pensé por un momento, junto con Jem, que el resultado iba a ser diferente y como él, sufrí cuando pasó lo más predecible. Sin embargo, creo que justo lo que dice Atticus sobre el avance en la sociedad que no alcanzaría a ver él, es lo que más valoro de ese episodio.

Me gustó mucho, me emocionó, me divertí y sufrí en algunas partes, me encantó Atticus y Dill y me dieron muchas ganas de ver qué pasa en el libro publicado recientemente.





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