Antonio Malpica es uno de mis escritores mexicanos favoritos. No importa a qué público estén dirigidos sus textos, siempre los disfruto y me sorprenden.
Este libro trata de una serie de misterios que debe resolver Cristóbal Vélez con la ayuda de su ex profesor de la preparatoria.
Me encantaron las referencias a otros autores, el principal de ellos es Edgar Allan Poe, como una manera de rendirles homenaje pero también para señalar lo que le gusta y lo que no, a través de las voces de los personajes.
Mi personaje favorito es Pereira, no solamente porque es el profesor y, en teoría, el adulto a cargo, sino porque tiene muchas más capas en su personalidad de las que en un principio pareciera: es el escritor torturado pero también un enamorado, tiene un instinto para identificar las pistas y cómo resolverlas.
En la última parte, cuando se revela quién fue el que ideó el juego que se menciona en el título, es una grata sorpresa: a pesar del motivo que lleva a esa persona a plantear el juego, el desenlace me gustó mucho.
Una historia sobre la complicidad que se puede encontrar en las personas menos esperadas.
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