Se trata de la historia de Frida Liu, la mamá de Harriet, quien toma la mala decisión de dejarla sola un par de horas, es descubierta por el Estado y la llevan a una escuela para educarla en la maternidad. La idea no tendría ningún problema si no se tratara de una institución en la cual se denigra a las mujeres, se les hace creer que su único valor es seguir los lineamientos de lo que ellos consideran que son las buenas madres y además les dan una muñeca robot para practicar.
La relación que tiene Frida tanto con las demás madres como con su muñeca la lleva a empeorar su estado de ánimo y es imposible mejorar su situación emocional. El entrenamiento que siguen para convertirlas en buenas madres es una serie de imposiciones que dejan de lado el amor y el instinto, la improvisación y la adaptación que se requiere en cualquier relación con otro ser humano.
Cuando una historia me provoca una fuerte emoción (ya sea negativa o positiva) sé que se trata de una narración bien lograda: los personajes son complejos y van evolucionando, además la situación llega a ser verosímil y por eso logra una reacción de mi parte. Esta novela me hizo sufrir por Frida y las madres, por las muñecas pero sobre todo, por los hijos que quedaron en el mundo exterior sin saber exactamente por qué sus madres solamente los pueden ver a través de una pantalla.
Una historia que lleva a reflexionar sobre lo que consideramos una buena madre y cómo la sociedad presiona a las mujeres a un rol imposible.
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