En esta segunda parte de la trilogía ya estamos familiarizados con los personajes y las dinámicas que hay entre ellos, especialmente entre Unai y su familia. Por eso es más sorprendente la forma en la que ellos se ven involucrados en este nuevo misterio por resolver.
Han pasado apenas un par de meses desde el final de El silencio de la ciudad blanca y una vez más el pasado vuelve a repetirse en Vitoria, además de traer viejas rencillas entre los amigos y reabrir heridas que se creían sanadas por completo.
Cuando leo este tipo de historia donde hay que encontrar a un culpable no suelo hacer suposiciones sobre el resultado porque casi nunca le atino, en esta ocasión así me sucedió: sospeché de uno de los nuevos personajes solamente para darme cuenta de que no tenía una relación con los crímenes como yo había pensado. En ese sentido me gustó cómo lo resolvió la autora: a través de pistas que confunden y nos hacen mirar con desconfianza a todos.
Me gustó que a pesar de ser parte de una trilogía, tiene un desenlace propio en el cual se resuelven todas las cuestiones que se plantean relacionadas con el crimen principal, al mismo tiempo que deja abiertas posibilidades en el desarrollo futuro de los personajes principales.
Una buena continuación de la historia, igualmente provoca ganas de seguir leyendo hasta encontrar al culpable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario