domingo, 19 de agosto de 2018

Cinco panes de cebada

Para este inicio de ciclo escolar 2018-2019, nada mejor que una historia sobre una maestra en su primera misión como docente.

Muriel es una chica recién graduada de la carrera de magisterio en España. Después de hacer una gran variedad de exámenes, le asignan una plaza en un pueblito perdido en la sierra. En su primer viaje hacia allá, se va arrepintiendo de todas las decisiones que la han llevado hacia ese momento. Cuando llega las cosas no mejoran: escucha por error que ninguno de los habitantes le quería dar alojamiento, la escuela está muy descuidada, no hay recursos para arreglarla y se siente fuera de lugar.

Como se trata de una historia con final feliz, las cosas se van acomodando para Muriel, no sin ciertas dificultades: poco a poco se va ganando a los habitantes del pueblo, a los alumnos y a las autoridades. Esto logra que ella misma vaya venciendo sus resistencias y se va encariñando con el lugar y la gente.

Si bien me gustó por su toque optimista sobre el ser maestro, me hizo falta más descripciones de las interacciones con sus alumnos, sí habla de la resistencia a estudiar, de ver la lectura por placer como una locura o de las dificultades para compaginar el trabajo del campo con el trabajo escolar. Me hubiera gustado una parte dedicada a cómo es tan complicado (a veces) transmitir el conocimiento.

Sin duda una novela para quedarse con un buen sabor de boca y muchos ánimos para iniciar el trabajo con los pubertos.

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