Igual que en la primera parte me desesperaron los fragmentos de angustia adolescente acerca del romance entre los protagonistas: hay mil temas mucho más atractivos pero bueno, sigue siendo un texto cuyo público meta tiene es rango de edad.
A pesar de esos fragmentos es una historia que se disfruta: conocemos muchos detalles de las formas de vida en Idhún y aunque a ratos son muchos datos, se agradece el cuidado en la creación de ese universo. Los seres son descritos no solamente en su apariencia sino también sus rasgos de carácter, cada grupo tiene sus fortalezas y sus debilidades y cuando se alían en la batalla final esos elementos salen a relucir.
Hay muchos personajes nuevos que se merecían más desarrollo pero también con tantos escenarios en los que sucedían las acciones se hubiera hecho aún más extenso el libro.
No me gustó que se usara el mismo recurso con Jack que se usó con Shail en la primera parte: es obvio que uno de los protagonistas no va a desaparecer así como así pero hubiera sido mejor que buscara otro modo de justificarlo. En el lado positivo, el personaje que conoce y la importancia que tiene no me la esperaba.
Este segundo volumen también lo escuché en mis trayectos en tren: el lugar donde lo voy escuchando contrasta tanto con la historia que la hace más atractiva. Además el trabajo de quienes hacen las voces logra transmitir los sentimientos de los personajes.
El desenlace me dejó con un sabor agridulce: por un lado al cumplirse una parte de la profecía recibimos como lectores un cierre acorde con lo que sabíamos pero por el otro lado el destino de uno de los protagonistas tan incierto únicamente se ve como el deseo de un libro más no como la necesidad de la historia en sí misma.
Una buena continuación de una historia emocionante, dentro de un mundo coherente en el que todavía esperan sorpresas para la parte final.
