martes, 3 de julio de 2018

Donde solían cantar los dulces pájaros

Leí esta novela en Bookmate porque la encontré en una lista donde se recogen los ganadores del Premio Hugo, uno de los galardones más prestigiosos de ciencia ficción y fantasía.

La historia inicia con la familia Sumner que decide prepararse para el inminente caos que reinará en el mundo. Construyen un laboratorio donde se dedicarán a investigar el por qué de la infertilidad de todos los seres vivos. A partir de esa premisa se despliega una serie de situaciones que provocaron que quisiera seguir leyendo y leyendo.

Me gustó mucho cómo vamos conociendo a los miembros de la familia. Primero pensé que solamente íbamos a saber si habían logrado o no sobrevivir a ese holocausto pero luego continuó la historia y presenciamos la llegada de los clones y sus ideas de dominio y eso me gustó todavía más. Cuando aparecen Molly y Ben como parte del primer grupo de exploradores fuera de la comunidad, pensé otra vez que ahí se iba a terminar pero no, continuó con la sorpresiva aparición de Mark. Él será el siguiente protagonista y quien haga ver su suerte a los clones.

La manera en la que se va narrando cada una de las partes y cómo se van hilando entre sí es interesante y va planteando en cada una más y más dilemas morales: ¿es más importante sobrevivir como especie o perder algunos rasgos?, ¿qué tan valiosa es la individualidad y por qué?, ¿cómo decidir cuáles son los defectos que hay que eliminar?

Cuando busqué la portada me enteré de que su autora, Kate Wilhelm, falleció en marzo de este año y que desde 2003 pertenece al Salón de la fama la ciencia ficción. Espero leer más de su obra.

Muy recomendable para quien busque una historia del fin de la humanidad y su renacimiento.


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