sábado, 30 de septiembre de 2017

Rendición

He vuelto a la costumbre de leer las novelas ganadoras de el Premio Alfaguara y en los tres años más recientes no me ha defraudado.

En este caso la historia es una distopía que se cuida mucho de decirlo tal cual, de hecho no creo que la hayan publicitado como lo que es, quizá por miedo a que no circule al ponerle esa etiqueta.

El protagonista es un hombre que ha pasado de ser el capataz a ser el dueño de la hacienda por haberse casado con la viuda. Viven en un país en guerra y por ello se les ordena evacuar la zona para llevarlos a la ciudad transparente, donde serán cuidados. El viaje en sí mismo es una historia pero cuando llegan a su destino, todo lo que conocía y todo en lo que creía, cambiará.

Me recordó a "Un mundo feliz" porque aunque no se dice tal cual, se sobreentiende que hay una droga en la ciudad para mantenerlos a todos a raya, en un estado de sopor y relación que impida que nuevamente se inicie un conflicto.

También me recordó a una serie de libros distópicos que he leído a lo largo de mi vida, en los que régimen en el poder simplemente no permite a los disidentes: cuando el protagonista se siente mal, le dan una pastilla para que duerma dos días seguidos y listo, despierta sintiendo que todo es maravilloso. Aceptar su situación está fuera de sus planes, pero le hacen imposible que pueda salir de ese estado.

Me hubiera gustado saber más de los personajes secundarios, de la esposa y cómo se adapta en apariencia mucho más fácil a su nueva vida; del hijo postizo que toma una relevancia hacia el desenlace pero que no sabemos cómo es que llegó ahí.

Disfruté mucho la lectura y creo que debió ser más extensa para lograr explorar más detalles de esa vida en una ciudad transparente.



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