Me acerqué a esta novela porque es la ganadora del Premio Nadal de este año. Cuando me di cuenta de que el tema era muy parecido a "La gente feliz lee y toma café" me dio más curiosidad por ver cómo dos autoras de diferentes nacionalidades plasmaban el proceso de duelo por la pérdida del esposo. Mientras que la francesa se decide a vivir una aventura para retomar su libro, la española se echa de cabeza en las etapas del duelo y las va viviendo una a una, con intensidad y dolor. Será porque Giuliana vive ya de por sí en otro país: originaria de Argentina, se fue a vivir a Estados Unidos después de casarse con William y luego, al recibir él una propuesta de trabajo, se trasladaron ya con una hija, a España.
Me pareció curioso cómo se incorporó el uso de las redes sociales, en especial el Facebook, para mostrar cómo la protagonista se desdobla: por un lado es el alma en pena que vive su vida "real" y por el otro, es la animosa y valiente viuda que vive en su vida "virtual", que comparte anécdotas divertidas de su esposo, imágenes optimistas y que se hace amiga de sus viejos conocidos y de los miembros del grupo de apoyo. Cuando una de sus hijas le hace notar esa diferencia, al pedirle que sea con ella como es con sus amigos, se da cuenta de que debe vivir, o al menos intentar, vivir más alegre con sus hijas.
Si bien toca el tema con gracia y provoca interés, no pude dejar de compararlo con otra ¿novela, testimonio, crónica? de Rosa Montero: "La ridícula idea de no volver a verte", donde la autora intercala su propio duelo con el de Marie Curie.
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