En la tercera parte de la trilogía el rumbo se torció. Si las dos primeras partes se trataron de Anna y su vida como refugiada en diversos países, en esta tercera parte se trata el regreso a Alemania para visitar a su mamá. Las cosas pasan muy rápido, mientras que en las otras dos novelas se narraban meses y meses en esta nos concentramos solamente en una semana y los capítulos se titulan como los días que vamos presenciando.
Para mi gusto la autora "se brincó" muchos capítulos indispensables de la vida de Anna y de repente nos encontramos con una mujer hecha y derecha, casada, a punto de iniciar un nuevo trabajo muy emocionante. ¿Dónde quedó la adolescente angustiada por no encajar? ¿Cómo se convirtió en la feliz esposa de un inglés de nacimiento? Ok, pensemos que había algún punto indispensable que narrar en este momento de su vida, algún hecho aún más importante que presenciar cómo encontraba (finalmente) el amor de pareja. Pero no, lo que nos viene a narrar es más bien la historia de la madre, de cómo después de todos los años en los que cuidó a la familia y se preocupó de que se la pasaran lo mejor posible, ahora, ya de regreso en Alemania, se derrumbaba, nada más y nada menos que por amor, por celos, por miedo a perder a su nueva pareja.
Ni siquiera la buena noticia con la que cierra la historia me sirvió para quitarme el mal sabor de boca que me dejó esta manera tan sosa de concluir la historia de Anna.
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