Con la idea de terminar el mes de leer autoras y leer un texto de miedo, elegí este cuento. Lo había visto recomendado por el colectivo Librosb4Tipos en el mes de agosto cuando tuvieron la lectura conjunta de la novela juvenil Vengadora de M. B. Brozon y cada día compartieron en sus redes sociales una escritora latinoamericana de literatura infantil y juvenil con el hastag LIJFeministaLat.
Gracias a la plataforma Digitalee tuve la oportunidad de leer este cuento de la colombiana Irena Vasco y me gustó mucho. Roberto es un niño originario de Tolú, un pueblo de la costa, a quien mandan a vivir con su abuela en la capital. En esa casa descubrirá unas sombras en la escalera y en la escuela a Eulalia, una niña diferente a todas las que había conocido antes.
Me gustó porque a pesar de que trata el tema de fantasmas y aparecidos, lo hace en un tono de leyenda, de esas historias que nos contaban los mayores a los niños, no con la idea de espantar sino con el objetivo de aconsejar qué hacer.
Me cayó bien Eulalia, quien no habla mucho pero su intervención en el estado de salud de Beto será fundamental. También la abuela y sus matas (que me recordó a mi propia abuela y su jardín) a las que les habla y las cuida, tanto que Beto llega a sentirse celoso de ellas.
Me gustó cómo compartió la tradición de los nazarenos y cómo el papá de Beto ofrece su caminata por su hijo. En ese sentido encontré muchas similitudes con las costumbres mexicanas y en especial las jaliscienses de ir a danzar a la Virgen para pedirle milagros o agradecerle los ya recibidos.
Muy recomendable para los pubertos, se lee rápido y se disfruta.
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