Se trata de la historia de Grace Marks acusada de cometer un par de asesinatos, sin encontrar suficiente evidencia, en lugar de ser condenada a muerte, se le sentencia a cadena perpetua. Gracias a personas interesadas en su caso, sale después de 29 años y se desvanece en las páginas de la historia con minúscula.
La autora hace una reconstrucción de los hechos hasta donde los testimonios bibliográficos y hemeográficos se los permiten y a partir de ahí se toma licencias literarias para construir el personaje de Grace y su situación.
La primera parte me pareció muy densa porque casi no avanzaba la acción, a partir de que cuenta cómo llegó a Canadá y cómo empieza a trabajar de criada, la acción empieza a fluir y en el último tercio se pone más interesante.
Las emociones que despertó en mí la vida de Grace se parecen a lo que sentí cuando leí El cuento de la criada: ¿cómo es posible que viviera así? ¿cómo es posible que aguantara vivir así? Eso fue lo que me llevó a leerla de a poco. Grace es una víctima que no se siente así, simplemente va aceptando lo que le trae la vida, aunque sí lo cuestiona, se pregunta y llega a conclusiones propias.
Los personajes masculinos son desagradables: el amo abusón, el compañero de trabajo acosador, el padre alcohólico, el médico que busca sus propios intereses, el abogado inepto. Los personajes femeninos son complejos y llenos de matices: Mary, Nancy, la propia Grace quienes no pueden aspirar a mucho, se van conformando y resignando.
El giro que le da la autora para explicar su participación en los crímenes es arriesgada y me gustó: una manera de que esos personajes femeninos tomen su destino en sus manos.
Altamente recomendable para ver un retrato de una vida y de un momento en el tiempo.
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