No estaba segura de si iba a terminar de leer esta novela en un día, pero sí lo logré. Si bien al principio la protagonista no me simpatizaba, de eso se trataba la consigna: leer un libro con un protagonista muy diferente a ti.
Gaby es una puberta que confía ciegamente en las predicciones de los horóscopos, los lee todos lo días y sigue sus consejos a rajatabla. Es también caprichuda y renegona, como cualquier puberta. Tiene una mejor amiga, Anahí, quien es su cómplice en sus andanzas y lo será más cuando le confiese que le gusta su hermano, Felipe.
Todo parecía indicar que era una novela sencilla, con una anécdota amorosa y ya, pero no. Después de las primeras cincuenta páginas, me empecé a adentrar tanto en la historia que no quería dejar de leer y eso me llevó a terminarlo en un día.
Cuando, como predice el título, aparece el cáncer, lo hace de una manera sorpresiva, sin embargo no lo toman melodramáticamente sino con entereza y con berrinches, con esperanza y con tristeza, es decir, con un balance entre el pesimismo y el optimismo.
Los personajes que conocemos cuando la protagonista va a recibir su tratamiento me recordaron a las obras de Albert Espinosa y su mundo amarillo, las películas y los libros acerca de la enfermedad que tuvo y cómo la afrontó.
Me pareció una lectura recomendable para los pubertos, que les puede hacer reflexionar.
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