Lo que más me agobia de toda la historia de Hannah es el pobre y lamentable papel que juegan los adultos: sí, ella es una puberta confundida y cuando finalmente trata de acercarse y pedir ayuda (una vez muy directa y la otra indirectamente) los adultos brillan por su falta de tacto y por su falta de empatía. De la misma manera que cuando leí El club de los perdedores de Lorena Amkie, me gustaría no convertirme en ese tipo de adulto y poder tener la sensibilidad suficiente cuando alguno de los pubertos pase por algún trago amargo.
Me gustó la manera de intercalar en la narración lo que dice Hannah en las grabaciones y lo que va pensando Clay mientras escucha. Me gusta que Tony sea quien tiene el otro juego de casetes y me gusta que Clay deje salir sus emociones.
No me gustó que aparecieran poco los padres de los pubertos y tampoco me gustó que no supiéramos las reacciones de todos los que recibieron los casetes.
En la versión del libro que leí en inglés se incluye una reflexión del autor a los 10 años de la publicación de la historia además del primer final que había considerado: me gusta mucho más el que dejó.
En la serie se resuelven algunas de mis dudas: en general me gusta cómo realizaron la adaptación y le dieron voz al resto de los involucrados en los casetes.
Me gustaron las elecciones de los actores para los personajes aunque debo confesar que en mi mente no había tanta variedad étnica ya que no se menciona abiertamente en el libro nada al respecto. Visualmente es muy atractiva por los escenarios y las locaciones. Me gustó que los padres y en general los adultos tuvieran un mayor peso en la historia aunque no quedan mejor parados que en el libro por lo menos se nota un mayor esfuerzo de su parte.
Obviamente el final está hecho para alargar la historia audiovisual y eso en lugar de molestarme me parece muy válido e incluso necesario, solamente espero que el autor del libro esté involucrado en caso de que se decida hacer más temporadas.
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