jueves, 18 de febrero de 2010

3 de febrero: la cartilla de la mujer

Al salir de la Cruz verde, nos dirigimos al tren ligero y cual película trágica, nos despedimos de andén a andén, con unos vagones de por medio. Me quedo esperando unos dos minutos más, me subo y llego presurosa a Salubridad. Seguía lloviendo y supongo que por eso sólo había tres personas antes que yo. Me dan mi ficha, espero como cinco minutos y paso al consultorio/tráiler/camper. Les digo que voy por la cartilla de la mujer. Me dicen que necesito mi CURP, mi tipo de sangre y una foto tamaño infantil. Les digo que ya los llevo. Me preguntan que para qué la necesito. Les respondo que para casarme. Empiezan a llenar el documento, que a simple vista es exactamente igual que mi tarjetón de citas del Seguro Social. Cuando terminan, me preguntan si me voy a vacunar. Les digo que no, que nada más quiero la cartilla. Me convencen de que “aproveche” que ya estoy ahí y me vacune. Cedo y espero otros cinco minutos a que me vuelvan a llamar. Por cierto que en el rato que estuve dentro del consultorio/tráiler/camper, un señor llegó a vacunarse y como era en la pompa, nos sacaron a todos y cerraron la puerta: cuando a mí me tocó el turno, nadie se molestó en hacer nada de eso y simplemente me inyectaron.

Mientras llenaban mi cartilla, llegó una dulce mujer a pedir informes al respecto, también para casarse y puso una típica cara de pánico cuando le recitaron los requisitos… nadie le había dicho que necesitaba eso y creyó que simplemente se la darían y ya. Ingenua.

Menos de una hora después de haber llegado, salgo radiante y con dolor de pompa, con mi cartilla de la mujer y a cumplir el siguiente punto: las actas de nacimiento de mi novio.

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